Buenos Aires, 06/06/2025, edición Nº 3942
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Balcones de Buenos Aires para enamorarse

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En la ciudad de Buenos Aires, existen balcones más o menos conocidos, algunos curiosos y otros muy sorprendentes, capaces de robar suspiros. Están los que seducen con el estilo. En Rivadavia 2031, los lirios copan la fachada, llenos de ramas y flores. Pero es en ellos donde la influencia del catalán Antoni Gaudí –autor de la catedral Sagrada Familia de Barcelona– se ve de un modo distinto. Su pasión por las formas de la naturaleza se puede leer en esas estructuras panzonas, que parecen olas, además de en las flores. Esa Casa, la de los Lirios, fue construida en 1905 por el ingeniero civil Eduardo Rodríguez Ortega (1871-1938), quien también creó otras maravillas porteñas en clave “gaudiana”, entre ellas, la cúpula de Rivadavia 2009, con unos 950 vidrios de colores.

Los balcones estilo Art Nouveau, construidos en las primeras décadas del siglo XX, son un delicia. Es que los modernistas locales combinaron influencias diversas y diseñaron edificios de alquiler como si fueran palacios para el arte. Los de la Casa de los Pavos Reales, en Rivadavia 3230, con esas aves talladas en piedra, son más populares. Pero los de la Casa Calise (1911), del mismo arquitecto, el italiano Virginio Colombo (1885-1927) son un ejemplo clave. Sobre Hipólito Irigoyen al 2562, están rodeados por 35 esculturas de Ercole Pasina. Una pareja arrasada por un remolino, mascarones y querubines, de alegres a extenuados, entre hojas de vid.

El Art Decó también dejó su sello en la Ciudad, en parte, en esas figuras que parecen brotar de la tierra, vigorosas, alrededor del gran balcón de la ex sede del diario Crítica, en Avenida de Mayo 1333, obra de los hermanos húngaros Jorge y Andrés Kalnay. Y lo mismo pasó con el racionalismo, aunque no siempre resultó, como se podría pensar, cuadradito. Por ejemplo, los balcones del Edificio Minner (1934), también de Jorge Kalnay, ubicado en Arroyo al 800, son anillos amplios, aparte de despojados.

En enero de 1870 desfilarán las tropas de la Guerra del Paraguay por la Ciudad. Pero la Rosada no tiene balcón. El presidente Sarmiento le pide al gobernador de Buenos Aires, Emilio Castro, que ceda el de su jurisdicción, pegado al Cabildo, pero él le ofrece un lugar ahí porque dice que ya mandó sus invitaciones. Sarmiento ordena armar una estructura de madera en lo que hoy es Plaza de Mayo. Además, modifica el recorrido de los soldados para que no se vean desde el balcón de Castro. Y ordena construir uno para la Rosada.

La definición de balcón basta para entusiasmarse con explorarlos. “Estructura saliente de la fachada de un edificio, en correspondencia con sus planos horizontales, que se realiza para construir un espacio exterior o semi, en general, como prolongación de los internos”. Es que señala una cuestión clave: que los balcones son puentes hacia afuera y hacia adentro. No es casual que se los haya comparado con libros. Ofrecen maneras de asomarse a otros mundos y de reconocer el propio.

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