El secreto palacete de Palermo Chico

Muy cerca de las avenidas Figueroa Alcorta y Libertador, dentro de un paisaje de calles curvas y arboladas que el enorme paisajista Carlos Thays diseñó en 1912 para dejarse llevar.

Este rincón secreto se trata del Lanús, sede de la Embajada de Polonia. Es armónico, sobrio, elegante. Es que fue construido en 1912 por el arquitecto porteño Eduardo María Lanús (1875-1940) y su socio Pablo Hary (1875-1946), según los planos que creó René Sergent, francés, maestro del clasicismo.

Lo curioso es que Sergent nunca estuvo en Buenos Aires y aún así diseñó, a la distancia, los palacios Bosch (residencia del embajador de Estados Unidos), Errázuriz (Museo Nacional de Arte Decorativo) y Sans Souci (en Victoria, San Fernando).

“Lanús, quien junto con Hary adaptaba los planos de Sergent a las características locales, vivió en este lugar con su mujer y sus dos hijos. Luego se usó como hotel y en 1957 lo compró la Embajada”, cuenta a Clarín Soraya Chaina, gerente de competitividad de la oferta del Ente de Turismo porteño, en un anticipo de las visitas del sábado.

Chaina destaca la boiserie –paneles– de roble y las combinaciones de mármoles de canteras diversas. El blanco de Carrara. El rojo de Bilbao. Y aclara: “Aunque se pueden encontrar distintas influencias, en esta construcción predomina el estilo de la de las grandes residencias francesas de Buenos Aires”.

El comedor, con retratos de reyes –Enrique de Valois, III de Francia, Juan II Casimiro y Estanislao II Poniatowski–; la biblioteca; la sala de música, con un piano de época, y el jardín, donde el verde relaja.

En estos ambientes se guardan también memorias de Polonia. El águila blanca coronada y con garras doradas, que aparece en sus escudos y banderas. Y una pequeña réplica de la escultura que representa a Chopin bajo un sauce en el Parque Real Łazienki de Varsovia –donde los domingos suelen sonar sus obras: “cañones ocultos bajo las flores”, dijo Schumann, “diamantes que caen del cielo”, según Liszt–.