Ahora
Denuncian que se desmanteló el rincón histórico que se debía conservar en la ex confitería Richmond
A raíz de una denuncia sobre el desmantelamiento del rincón histórico que se debía conservar en la ex confitería Richmond, el gobierno porteño realizará hoy una inspección en el inmueble de la peatonal Florida.
Ayer, la directora de la Asociación Ciudadana por los Derechos Humanos (ACDH), la ex legisladora María José Lubertino, y otras asociaciones defensoras del patrimonio, como Basta de Demoler, constataron que los dueños del local -que hoy ofrece de ropa deportiva- “arrasaron con el rincón de memorabilia”, último recuerdo del tradicional bar notable.
Advirtieron además que si el Ministerio de Cultura porteño -a cargo de Ángel Mahler– no intima a los propietarios en una semana reactivarán las causas en lo contencioso administrativo y en lo penal que la ex diputada inició en 2011 y 2014, respectivamente.
La confitería Richmond fue lugar de encuentro de los ilustres escritores del Grupo de Florida, como Jorge Luis Borges, Leopoldo Marechal y Victoria Ocampo, y reducto de la cultura porteña, caracterizado por sus mesas de billar y la pastelería artesanal de primer nivel.
Sin embargo, a diferencia de otros sitios de interés histórico en los que se logró preservar el patrimonio edilicio y cultural, ésta no fue la suerte de la Richmond. Los antiguos dueños del rubro gastronómico vendieron el local a una conocida marca de indumentaria deportiva, que instrumentó una serie de modificaciones interiores, aunque respetó parte de la fachada.
Oportunamente, la intervención de entidades defensoras del patrimonio y de la Legislatura buscó frenar la remodelación. Por la ley 3865, se protegió el inmueble situado en Florida 468 al declararlo “patrimonio cultural de la ciudad de Buenos Aires”.
En ese momento, cuando Hernán Lombardi estaba al frente del Ministerio de Cultura, se llegó a un acuerdo mediante el que los nuevos dueños accedieron a preservar parte del mobiliario de la confitería como “rincón de memorabilia“, en homenaje a su historia.
Para los porteños más nostálgicos, los cambios resultaron muy tristes: un emblema de la cultura quedaba reducido a un rincón de museo dentro de un local de venta de zapatillas y calzas deportivas.
El mes pasado, un transeúnte advirtió que el sector que conservaba algunas mesas, la barra, un par de arañas y una cafetera había desaparecido y lo comunicó por redes sociales. Lubertino y entidades que trabajan por la preservación del patrimonio se hicieron eco de la irregularidad. Y ayer exhibió ante la prensa la situación.
“Ganamos el juicio y el 1° de junio del 2012 la sentencia dispuso que no podría enajenarse, transferirse, modificarse o destruirse el inmueble de la Richmond sin expresa y fundada autorización de la Secretaria de Cultura de la ciudad (hoy Ministerio de Cultura), haciendo saber a los interesados que todavía de hecho daría lugar a acción penal”, explicó. Y se preguntó: “¿Este cambio lo hicieron con o sin autorización del gobierno porteño? ¿Quién responderá por la defunción patrimonial?”.
Consultado al respecto, el gobierno porteño primero reconoció no estar al tanto de la denuncia. Luego, la arquitecta Silvia Rickert, subgerente de Patrimonio del Ministerio de Cultura, anticipó a La Nación que ordenó que la Dirección de Patrimonio, Museos y Casco Histórico inspeccione hoy el local. NR
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