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El oculto salón de un centenario palacio porteño
Se muestra a la luz después de cien años una nueva joya porteña. Es el baño y vestidor que el arquitecto francés René Sergent diseñó en 1915 en París para el Palacio Errázuriz, uno de los más bellos, lujosos y elegantes de la Ciudad.
La presentación de ese espacio fue el 18 de septiembre, para celebrar, justamente, el centenario de la inauguración del palacio, sede actual del Museo Nacional de Arte Decorativo (MNAD). Al mismo tiempo que descubrieron el baño y vestidor, pusieron en marcha su restauración.
El salón de baño y vestidor cuenta con espejos por aquí y por allá. Una cúpula con Perseo alado entre hiedras y laureles. Lavatorios de mármol. Lámparas de alabastro y bronce. Pisos de parqué de roble. Representaciones de Pegaso. “Se encuentra dividido en dos sectores: seco y húmedo. El vestidor con boiserie –paneles de madera-, entelados y parqué de roble contrasta con la sala de baños, con piso de mármol y muros estucados”.
“Puertas y biombos formaban una superficie continua de espejos, ideal para las pruebas de vestuario de la dueña de casa”. Es decir: Josefina de Alvear, esposa del diplomático chileno Matías Errázuriz, quien encargó la construcción del Palacio.
La puesta en valor incluirá la cúpula, maderas, estucos, mármoles, muebles y lámparas. Además, adelantaron que repondrán entelados y cortinados, pondrán filtros UV e instalarán un sistema de ventilación y climatización.
La restauración estará a cargo del equipo del Departamento de Museología del MNAD. “Para hacerla, indagaron en los planos de la decoración interior del estudio Carlhian -con el que trabajó Sergent en Francia-, los inventarios de la Comisión Tasadora del Museo de 1936, el Catálogo del MNAD de 1947 y testimonios orales, entre otras fuentes”, explicaron desde el Museo.
El baño “secreto” no es lo único que convoca del palacio. Todo el Errázuriz, que ocupa unos 4.300 m2, es exquisito. Allí vivieron Matías Errázuriz, Josefina y sus hijos Pepita y Mato entre 1918 y 1936. El matrimonio había pasado diez años en Europa, donde armó una colección de arte de ese continente y oriental que desplegó acá y que hoy, tras el desarrollo del Museo, supera las 6.000 piezas. Sucede que el Estado argentino compró en 1936 la mansión y la colección y, un año después, abrió el Museo. Su actual director, Martín Marcos, señaló: “Dedicado a las artes decorativas y el diseño, hoy apunta a generar un diálogo entre los testimonios artísticos del pasado y las creaciones del presente”.
Con la sobriedad del neoclásico francés de la fachada o con los rasgos suntuosos de cortes europeas de los salones, el edificio es un imán poderoso. Sergent, arquitecto también del Palacio Bosch -residencia del Embajador de Estados Unidos- y el Sans Souci en el partido de San Fernando, lo proyectó en París, a la distancia, en 1911. Con sus planos acá, bajo la dirección de los arquitectos Eduardo Lanús y Pablo Hary, edificarlo llevó poco más de seis años. Los materiales, salvo la mampostería gruesa, fueron traídos de Europa y la entrega se demoró por la Primera Guerra Mundial. “Para algunas tareas específicas, como la realización de estucos, vinieron artesanos europeos”, contaron desde el Museo.
Además, como ocurre en muchas mansiones porteñas de esa época, el Errázuriz tuvo influencias inglesas, además de francesas. Con las maderas nobles y los arcos, hay ecos de las de la dinastía Tudor en el gran hall central, por ejemplo. Pero también exhibe rasgos modernistas: los de la geometría elegante de Art Déco, en una sala decorada, además, por el pintor catalán José María Sert.
Reloj. Un regalo de bodas para Luis XVI y Maria Antonieta, que guarda el MNAD.
El MNAD atrae también con obras de El Greco y Rodin, miniaturas europeas únicas de los siglos XVI al XX y un reloj de bronce que fue un regalo de boda para Luis XVI y María Antonieta, entre otras maravillas -más muestras temporarias-. Claro que ahora, con la “nueva” joya en exposición, tienta todavía más.
Fuente consultada: Clarin
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