Buenos Aires, 01/12/2024, edición Nº 3755
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¿Por qué la rutina de las mañanas se convierte en un estrés?

Los padres y los chicos viven una verdadera maratón hasta que llegan al colegio; aconsejan organizar con más tiempo las mañanas

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(CABA) ¿Cómo impacta en el resto de la jornada comenzar el día con semejante adrenalina? Los especialistas recomiendan tomarse ese momento con el tiempo necesario, que difícilmente vaya a insumir menos de una hora. “Hoy, muchos padres van como empujando a sus hijos a que hagan las cosas. Eso se traduce en estrés para todos. La motivación es lo que nos lleva a saltar de la cama y a empezar el día. Hay que ayudarlos a que ellos mismos encuentren esa motivación”, dice Eva Rotenberg, directora de la Escuela para Padres.

Las consecuencias van mucho más allá de la imposibilidad de tomar un desayuno nutritivo o compartir un momento afectivo en familia. Ese comienzo negativo del día puede ser el inicio de una rueda de estrés familiar.

¿Existe otra manera de hacer las cosas? Los especialistas apuntan a varios cambios que se instalaron en las vidas de los más chicos en los últimos años. Por empezar, se trata de una generación de padres e hijos para la que desapareció el valor de la rutina como tal. Son más libres, odian la rutina, pero esto también tiene sus efectos.

Otro cambio aparece en las horas de sueño. La Sociedad Argentina de Pediatría recomienda que los chicos entre los seis y los 12 años duerman entre nueve y 11 horas para levantarse en condiciones. Las ocho horas de sueño recién se aconsejan en los adolescentes. Según la Asociación Argentina de Medicina del Sueño, el 40% de la población no alcanza las horas recomendadas. “Una investigación norteamericana estableció una relación entre el déficit de sueño y el bienestar emocional. Como los estímulos positivos se procesan en el hipotálamo y los negativos en la amígdala, y aquél se ve más afectado por la falta de sueño, mal dormidos recordamos más los hechos negativos del día”, describe Maritchu Seitún, especialista en crianza y niñez.

La falta de sueño de padres e hijos puede ser una explicación de por qué se es más gruñón a la mañana siguiente. También puede explicarse porque se desayuna de manera inadecuada. Un estudio hecho entre alumnos de cinco provincias de la Argentina indica que 4 de cada 10 salen de sus hogares sin haber desayunado. Así lo indicó el director del Centro de Estudios sobre Políticas y Economía de la Alimentación, Sergio Britos.

Hay consejos que se pueden poner en práctica para evitar el ajetreo de la primera hora. La noche anterior, por ejemplo, dejar listas las mochilas, las meriendas y la ropa que usarán tanto los padres como los hijos. “Para mí, la clave es hacer todo con tiempo. Como mamá, descubrí que levantarlos más temprano no hace que tengan más sueño, sino que les da más tiempo para hacer sus cosas sin que yo les taladre la cabeza con el apuro. Cada uno sabe que le pone buena onda a su familia. Esa complicidad que está presente en los buenos momentos juntos. Tal vez es tener tiempo para mirar unos dibus o contar chistes. Bueno. Yo trato de hacer eso”, dice Soledad Roselli, madre de las mellizas Rita y Elena, de ocho años. NT

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