Buenos Aires, 20/11/2024, edición Nº 3744
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La historia del Cabildo, un monumento mutilado

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Sufriendo múltiples transformaciones a lo largo de su historia, El Cabildo, símbolo total de la Revolución de Mayo, poco tiene del que albergó el proceso de independencia nacional que comenzó en 1810 y culminó en 1816. El que vemos, frente a Plaza de Mayo, es casi una réplica a la que faltan partes. Su “mutilación” -una historia que se cuenta en las escuelas- estuvo enmarcada en proceso idas y vueltas que tuvo al edificio al borde del derrumbe y la demolición en más de una ocasión.

Este Cabildo que vemos actualmente fue reconstruido en 1940 en el mismo lugar en el que se asentó el viejo edificio del siglo XVIII, respetando en parte su forma. Algunos espacios mantienen su antigua funcionalidad, como la sala capitular –donde se creó la Junta– y uno de los calabozos.

Aunque la edificación es relativamente nueva se parece bastante a la de los días de mayo de 1810. Hoy le faltan tres arcos de cada lado y la torre se hizo más baja que la original para mantener las proporciones y que no quedara puro campanario sin nada a los costados.

Arcos más, arcos menos

En 1580, Juan de Garay fundó por primera vez la ciudad de Buenos Aires (la llamó Ciudad de la Trinidad, en el lugar donde en 1536 Pedro de Mendoza había fundado un fuerte con el nombre de ” Real de Nuestra Señora Santa María del Buen Ayre). Las Leyes de Indias establecían que alrededor de una plaza -la Plaza Mayor- debía construirse un Cabildo, una iglesia (la Catedral) y un Fuerte.

Las primeras referencias del Cabildo provienen de 1608. Era poco más que un rancho; paredes de adobe, techo de paja. El interior se encontraba dividido en dos: un salón para reuniones para “los cabildantes” y otro que funcionaba como cárcel. Las tejas llegaron dos años más tarde y, para mediados de siglo, el Cabildo tenía balcón y torres de madera y barro.

En el año 1725 empieza la construcción de un nuevo edificio, bajo los planos del Padre Jesuita Andrés Bianqui. El Cabildo termina de construirse en 1752. La institución tenía funciones administrativas, municipales, judiciales, y de policía y estaba a la cabeza del Virreinato del Río de la Plata, y como todos los cabildos de importancia, tenía torre.

Este edificio tenía tenía 11 arcos con su respectiva galería, una torre alta y un reloj español.Ese fue el Cabildo que conocieron los patriotas de 1810 y esa fue su época de mayor esplendor. En 1821, durante el gobierno de Martín Rodríguez cesó sus funciones y pasó a ser Casa de Justicia y por casi 60 años funcionó como un edificio administrativo. El reloj español se cambió por uno inglés en 1861. Se avecinaban los años en que se convertiría en un edificio irreconocible.

Metamorfosis progresista

En 1879 la metrópoli estaba completamente obnubilada por la idea del progreso y los modelos por seguir que venían de Europa. Las autoridades de ese momento llevaron adelante una epidemia de reformas de edificios históricos con el objetivo de modernizarlos. Se designó a Pedro Benoit -ingeniero y urbanista que trazó los planos de La Plata- para reformar y modernizar el Cabildo: elevó la torre diez metros y colocó una cúpula azulejada con aires nórdicos, el techo perdió sus tradicionales tejas y los balcones fueron vestidos con balaustradas, la arcada principal enmarcada por columnatas y toda la fachada recibió un tratamiento italianizante. El objetivo era que perdiese toda referencia histórica a la época de la colonia.

Etapas de la mutilación

En 1891, la construcción de la Avenida de Mayo le produjo una herida que persiste hoy día: tres arcos de un ala fueron demolidos y lo mismo hubo que hacer con la torre para que no peligrara su estabilidad. Se sacó el reloj inglés y se lo colocó en una de las torres de la Iglesia de San Ignacio (donde está actualmente).

Tal era el estado en el que quedó que algunos vecinos pidieron su demolición total. Hubo polémica y debata entre quienes lo consideraban un “edificio vetusto” y los que decían que era “una reliquia histórica, único símbolo patrio”. Maltrecho, asimétrico y sin torre, fueron sus años de peor maltrato, en los que siguió albergando dependencias del Estado.

La década del 30 lo recibió con otra amputación que le devolvió la simetría: tres arcos de su ala sur, arrancados para construir la diagonal Julio A. Roca.

Alguna huella del pasado

En 1933 llegó el decreto que lo salvó. Se lo declaró Monumento Histórico Nacional y fue reconstruido entre 1938 y 1940 por el arquitecto Mario Buschiazzo.

Ni las ventanas, ni el portón, ni la fachada, ni la torre, ni el reloj son los originales de los días de mayo de 1810. Pero la réplica (en una superficie mucho más reducida) reproduce fielmente el edificio colonial original. Se hizo una réplica de la torre y se le puso un reloj. Lo demás, incluyendo la sala capitular y las galerías, son los ambientes originales del edificio. Se re inauguró en 1940 y fue la primera restauración de un Monumento Histórico Nacional realizado en la Argentina que buscó ser recuperado científicamente. Así se lo puede ver en la actualidad.

La última etapa estuvo a cargo del arquitecto Alejandro Bustillo -el creador del Llao Llao y del Banco de La Nación Argentina, entre otras grandes obras- quien remodeló la Plazoleta del Cabildo y sumó superficie al edificio para construir la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos.

Fuente consultada Clarin

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