Buenos Aires, 26/12/2024, edición Nº 3780
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Guía para conocer el Barrio Chino porteño

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Uno va al Barrio Chino de Buenos Aires pensando en Nüwa, antigua deidad de esa civilización que unió el cielo desgarrado con piedras de siete colores y creó el arco iris. Una imagen preciosa.
Cruza el arco de Arribeños y Juramento, toca las garras de los leones de la base –dicen que traen suerte– y entra en parte de ese mundo hoy. Rojo y dorado, concurrido y frenético, aunque sea martes, soleado, a las tres de la tarde.

Atrás quedan Nüwa y las Barrancas de Belgrano, paseo público desde mitad del siglo XIX, cuando había quintas y las mujeres que bajaban al río con cestos de ropa en la cabeza inspiraron a Prilidiano Pueyrredón a pintar Lavanderas en el Bajo Belgrano (1865), comenta Micaela López Prieto, guía del Ente de Turismo porteño.

“El Barrio Chino nació en la década de 1980, con comerciantes sobre todo taiwaneses y, aunque se llame chino, también incluye a coreanos y otras comunidades asiáticas. Se transformó en polo turístico por su oferta de comercios y restaurantes”, agrega.

Uno de los primeros negocios fue una herboristería. Hoy ofrecen de todo. Sombrillas para el sol y broches para el pelo. Manga –especie de cómic nipón– en japonés y amuletos con formas del bestiario del Lejano Oriente con prescripciones en español:”Para protección”, “Para abundancia”. Y, cada tanto, advertencias igual de claras: “Si rompe, paga”.

Arribeños está en obra (ensanche peatonal) pero casi no distrae. Es que, además de esos locales, los supermercados tienen imanes. Casa China fue pionero a comienzos de los ’80. Tina & Co, “bio market y café”, es el más parecido a un deli de Nueva York, fuera de Chinatown.

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En cualquier caso se requiere paciencia: en las góndolas de tés, por ejemplo, hay que rastrear las traducciones de las etiquetas, esquivando a otros curiosos y algún codazo. Pero por ahí anda una infusión de “pimpollos” de jazmín que se abren cuando se vierte el agua. Vale la pena explorar.

No sólo de productos típicos vive el barrio. También se consiguen pasta de sésamo libanesa, crema de huancaina peruana (con ajíes), chocolates belgas y leche de coco, entre otros importados.
Pero, para comer durante el paseo, arrolladitos primavera –de verduras o carne– o brochettes – las preparan incluso con salchicha–, ofrecidos en los puestos al paso.

No es todo. “En tres cuadras, se pueden ver templos clave”, apunta la guía. La Iglesia Presbiteriana Evangélica Sin-Heng (1982) y el budista Tzong Kuan (1988), donde se realiza una de las ceremonias centrales para la comunidad: Vesak o el baño de Buda “histórico”, que conmemora su nacimiento –se cree que a mediados del siglo VI a.C–, en general, durante mayo.

De esa forma, y con el Año Nuevo Chino (en febrero), este barrio cobija y exhibe rasgos clave de culturas orientales. Y, globalización mediante, cómo los de otras ganan su espacio.

Al final, Nüwa no queda tan atrás. Porque aunque uno se vaya con la postal del gatito amarillo que mueve la patita: “pase, pase, compre, pase” y galletas de la fortuna, vale preguntarse si la hacedora del arco iris no imaginó, para lugares como éstos, intercambios más allá de lo material.

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Posible recorrido:
1) Arco. Mide 11 metros de alto y 8 de ancho. Desde el Ente de Turismo porteño, señalan que tiene los techos adornados con dragones, símbolos mitológicos de autoridad, incluso sobre el tiempo. Sus columnas se apoyan sobre un león de piedra tallado, que representa básicamente protección. Fue donado por la comunidad china en 2009. Está en Arribeños y Juramento, el punto de entrada al Barrio.

2) Super. La góndola de tés de Tina & Co, “bio market” y café ubicado en Mendoza 1678, invita a explorar: hay desde variantes de té rojo y verde por $ 28 los 100 gramos hasta una especialidad coreana con ginseng a $ 380 los 300 gramos. También, pastelitos rellenos de crema tipo pastelera tipo “made in Taiwán” (cuatro por $ 52). La misma curiosidad aparece en Casa China, local pionero, que abrió a comienzos de los años 80, donde se consiguen decenas de tipos de salsas de soja y fideos de arroz y espinaca a $ 35 los 200 gramos. Este negocio está en Arribeños 2173.

3) Souvenirs y chucherías. En los locales ubicados sobre Arribeños desde el 2.100 ofrecen adornos con formas de dragón y otros integrantes del bestiario del Lejano Oriente con indicaciones sobre sus usos, ”para protección”, “para la abundancia” (desde $ 60), farolitos de papel (pequeños, una decena por $ 25), llaveros con el símbolo del ying/yang (a partir de $ 15) y hasta zoquetes ($ 28). Se puede mirar todo pero con cuidado: “Si rompe, paga”, advierten.

4) Al paso. Puestos que dan a la calle, sobre Mendoza al 1600, por ejemplo, ofrecen arrolladitos primavera (dos por $ 15) y brochettes de salchichas ($ 25), y otro clásico: galletas de la fortuna (4 por $ 10). Además, hay restaurantes, como China Rose, en Mendoza 1669, donde ofrecen menúes de mediodía (arrolladitos, chop suey con carne, pollo o cerdo, flan o café y copa de vino, agua o gaseosa ($ 90).

5) Templo Budista. El Tzong Kuan abrió en 1988. Atesora tres grandes piezas que representan a Buda “histórico”; Bodhisattva Avalokitesvara, vinculado a la compasión, y Bodhisattva Ksitigarbha, asociado a “la liberación de seres atormentados”, explican desde el Ente de Turismo porteño. Allí, generalmente en mayo, se hace la ceremonia del baño de Buda o Vesak, que alude a su nacimiento (se cree que en el siglo VI a.C.) y a la purificación. En Montañeses 2175. Más información en la web de tzongkuan.org

Barrio Chino casa china

Fuente: Clarín

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