Ocio
Exhiben la colección más grande de Playmobil del país en el Museo de la Ciudad
Una hermosa princesa de Malta es secundada por dos guardias de la época, a la espera de que el tren complete su recorrido hasta llegar a destino. Mientras tanto, un enorme pirata y otro guardián del mismo tamaño son testigos de la escena. La imagen de la vidriera es un flechazo para cualquiera que transite por Defensa 223, en plena City porteña. Será cuestión de dejarse llevar por los sentimientos, volver a la infancia al recorrer el Museo de la Ciudad y -tal vez- no querer salir de nuevo a la calle.
Se trata #BAdeColeccion Playmobil, la exposición más grande del emblemático juguete en la Argentina. Allí se encuentran unas 2.500 figuras del muñeco, nacido en Alemania, que ha entrado en el corazón de los argentinos desde el momento de su aparición, en 1974.
Juan Dethloff es un técnico textil y vive en Olivos. Este hombre de 45 años es el mayor coleccionista de Playmobil en la Argentina. Por sugerencia de su esposa, Mariana, le propuso esta muestra al museo.
Entonces, el lugar se convirtió en una maravillosa juguetería repleta de muñecos de todas las épocas y de distintos tamaños, temáticas y colores. La idea gustó: desde que abrió, el 27 de diciembre, la sala no dejó de estar llena de chicos y grandes. “Tuvimos 1500 visitantes solamente en la primera semana. El número supera ampliamente las expectativas ya que ahora tenemos un promedio de 400 personas por día, cuando lo normal sería unas 60 visitas y unas 4.000 por mes”, indica Leandro López, vocero del Museo.
La impresionante muestra lleva el sello de Dehtloff, que tan sólo exhibe el 40 por ciento de sus reliquias porque no hay más lugar. La mayoría de las piezas son de Alemania, también hay juguetes confeccionados en Brasil, Francia, Portugal y Malta (donde está la fábrica) y los Playmobil made in Argentina, bajo la licencia oficial.
Por los general, los muñecos de la exposición miden 7,5 centímetros de alto (el tamaño real del Playmobil), pero también hay otros más grandes, de 60 centímetros, y el impacto: cuatro “gigantes” de un metro y medio. Los grandotes son el banquero, el guardián, el pirata y el jugador de fútbol, que fue fabricado exclusivamente para el Mundial de Alemania 2006 y, como fue un exitazo, replicaron la idea para los Mundiales de Sudáfrica 2010, Brasil 2014 y posiblemente lo hagan para Rusia 2018. También hay una edición especial del casamiento de la Reina Máxima con el Rey Guillermo de Holanda.
En el museo hay ocho temáticas, que comprenden desde un “mundo pirata” y un mundo submarino con sirenas, hasta una moderna estación de tren que funciona a pilas y a control remoto y un pesebre navideño con figuras egipcias.
Entre las favoritas está la “Mesa del Oeste”, un clásico de los Playmobil con indios y soldados de la Confederación y minas de oro, y el maravilloso castillo de hadas y de la princesa, valuado en unos 15.000 pesos.
La “Mesa Medieval” se lleva todas las miradas. Se trata de la boda del príncipe y la princesa y de sus particulares invitados
Pero lo más aclamado por el público es la gran “Ciudad”, que abarca varias épocas, desde lo victoriano a lo moderno, y cómo fue evolucionando el Playmobil como juguete con el correr del tiempo. En ese espacio se podrá encontrar antiguos soldaditos, una estación de bomberos, una central de carabineros de Italia, un circo y un gimnasio y una serie de Porsches ultra-modernos.
El Playmobil representa uno de los mayores símbolos de la infancia para los argentinos de entre 35 y 45 años. Jugar con muñecos articulados y darles vida a las historias era central en tiempos en que las computadoras y los videojuegos se encontraban en pañales. Por eso, el encanto por este carismático juguete se fue trasladando de generación en generación como un gran amor que aún perdura.
La pasión de Dethloff comenzó en 1978, cuando recibió el primer Playmobil, a los seis años. “Mis primeras cajas fueron un sheriff, un indio y un policía”, cuenta. A los 22 se dio cuenta de que el sentimiento por el Playmobil iba más allá del juguete: “Mi sobrino me pedía jugar con los soldaditos. Los guardábamos en sus cajas y manteníamos el orden. Pero había algo que me marcaba y era la colección. Ya era muy meticuloso desde ese momento”, se sincera.
A los 30, ya tenía más de 100 piezas y su pasión por atesorar estas reliquias fue creciendo. Todo vale para tener el muñeco preciado: comprarlos en la juguetería, encargar el pedido a algún familiar o amigo que viaje al exterior, comprarlos en la web y hasta visitar la fábrica, en Malta.
Para los fans, conservar un juguete tiene un valor simbólico que supera lo material, y esto bien recibido por el Museo de la Ciudad. “La idea es mostrar que los objetos forman parte de la vida cotidiana de las personas y también darle valor a los coleccionistas”, señala López.
#BAdeColeccion Playmobil ya es un éxito y se espera que vaya creciendo hasta su finalización, el 11 de febrero. Es que el fenómeno no distingue generaciones ni fronteras.
Personajes de todas partes
La creación del Playmobil se remota en los años 70, cuando el alemán Brandstätter le pidió al inventor Hans Beck que creara un muñeco que utilizara menos plástico en la producción. Beck se basó en el Pinocho como prototipo de la figura, que fue tallada en madera pero con articulaciones en las piernas. Entonces, el grupo Brandstätter se encargó de la fabricación en Zirndorf (Alemania). En 1974, lo presentaron por primera vez en el salón de Nüremberg y ha tenido un gran éxito.
Los primeros Playmobil eran americanos nativos, trabajadores de la construcción y caballeros de la Edad Media. Medían 7,5 cm de alto y sus partes móviles eran la cabeza, los brazos, los pies y las manos.
El juguete llegó a la Argentina entre las décadas del 70 y el 80. Aquí, los modelos más populares son el policía, el bombero y el pirata.
Hay 2.700 millones de figuras en todo el planeta, es decir, las poblaciones de China e India juntas. Si se tomaran de la mano, podrían recorrer 3,4 vueltas al mundo.
La exposición
Lugar: Museo de la Ciudad, Defensa 223.
Fecha: Hasta el 11 de febrero.
Horario: Todos los días, de 11 a 19.
Entrada: Gratis.
NR
Fuente consultada: Clarín
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