Circuitos
Chacarita modificó su ritmo pero no su esencia
Sin aglomeraciones y con espíritu hippie chic, el tradicional barrio se convirtió en una zona con bares, restaurantes gourmet, teatros, galerías de arte y tiendas de diseño.
Sus calles con adoquines, frondosa arboleda y casas chorizos a uno y otro lado hacen que conserve esa esencia que define su identidad. Sin embargo, y sin que la tradición se esfume, en los últimos años su ritmo se ha modificado con la aparición de bares, restaurantes con cartas gourmet y sabores étnicos, librerías exclusivas, heladerías trendy, tiendas de ropa de diseño, galerías de arte, teatros y productoras audiovisuales.
Dada la cercanía con importantes set televisivos, Chacarita se convirtió en un barrio de moda transitado por celebridades que van a trabajar o que optaron por vivir allí, como los actores Jean Pierre Noher o Mike Amigorena. Pero también están presentes los viejos vecinos que no reniegan del cambio y se rehúsan a la mudanza. No hay motivos para hacerlo. ¿Por qué huir? Todos pueden convivir en armonía. Recorrer sus veredas significa toparse con un galán de moda, la top model más codiciada y con la vecina que acarrea el changuito para ir a hacer las compras al súper chino. La cotidianeidad de la escena hace que unos y otros coexistan sin pedidos de autógrafos ni histeria cholula.
Soho, Viejo, Chico, Parque, Queen, Verde, Sensible… ninguno de estos motes es válido para definir el barrio. Los vecinos históricos, y los recién arribados también, sienten orgullo por el nombre a secas: Chacarita. Y aunque el interés comercial inmobiliario quiera buscarle apodos para elevar el valor del metro cuadrado fundamentado en lo esnob, la histórica denominación es la que va ganando la partida.
Si bien en los planos catastrales ocupa varias hectáreas, la zona del lifestyle de moda se potencia en el recuadro circunscripto por Ávarez Thomas, Dorrego, Corrientes y Jorge Newbery. El barrio, además, es considerado una de las zonas gay friendly más transitada por porteños y turistas.
Arte
Numerosos artistas plásticos han instalado sus atelieres, mientras que las galerías se multiplican. “Hace diez años que estamos acá. Tenemos una clientela fija, pero en los últimos tiempos se sumaron nuevos interesados. La gente busca objetos de diseño, pinturas, elementos de arte exótico“, explican, casi a dúo, Mirta Expósito y Gabriela Chicola del tradicional “El Taller de la Ribera” sobre la avenida Jorge Newbery.
Marcela Giscafré montó uno de los emprendimientos más exclusivos en la esquina de Charlone y Santos Dumont. En “Falena” fusiona galería de arte, cava, librería y terraza lounge. Se trata de un oasis en medio de la ciudad muy codiciado por los lugareños y por los turistas europeos. “En la librería tratamos de tomar el concepto del viaje como un eje. Nuestros libros están ubicados por países y no por géneros”, explica esta matemática ex investigadora del Conicet, de rica vida espiritual, que se ve plasmada en su emprendimiento.
“El viaje es un movimiento interior, una búsqueda que no tiene que ver con la felicidad sino con algo más profundo de crecimiento”, la filosofía de vida de la responsable de “Falena” está impregnada en este lugar soñado donde los libros conjugan su exquisita edición como objetos con contenidos no habituales en las grandes cadenas del rubro. La terraza selvática y su cava componen un marco ideal para pasar la tarde. En el subsuelo, el pop art se hace presente en una galería de muestras itinerantes, donde en estos momentos se exhibe la obra de Juan Montes de Oca.
Central Newbery es una galería amplia y montada en varias plantas. Allí se conjugan las pinturas con los objetos de diseño. Es el fiel exponente del cambio de cara del barrio: en este edificio antes funcionaba La Martona, una recordada casa de lácteos. También por Jorge Newbery se pueden encontrar negocios de venta de antigüedades en una suerte de extensión del lindante Mercado de las Pulgas de Dorrego y Álvarez Thomas.
Chacarita respira arte por donde se lo mire. No son pocos los murales alusivos a emblemáticas películas argentinas que tematizan viejos murallones o persianas, a modo de homenaje y para alertar al transeúnte que se encuentra dentro del Distrito Audiovisual creado por el Gobierno de la Ciudad para facilitar la instalación de productoras. A las cercanas Pol-ka de Adrián Suar e Ideas del Sur de Indalo Media; dentro del perímetro cool se encuentran los estudios de La Corte (desde donde se dice que se emitiría ShowMatch este año), o 100 Bares de Juan José Campanella, por solo citar dos ejemplos. Algunas vecinas comentan que en la zona inauguraría sus oficinas una productora perteneciente a Nacho Viale, nieto de Mirtha Legrand.
Cocina gourmet
Chacarita se convirtió en un refugio para paladares exigentes. Las Damas o Charlone 101, sobre la calle del mismo nombre, conjugan cierto clima barrial con la vanguardia culinaria. Sobre Newbery, el chef Luí impresiona con sus rolls de falafel. “Aquí está sucediendo lo que pasaba antes en Palermo. La gente es muy variada y busca comidas diferentes, sanas y a buen precio. Nosotros nos especializamos en lo vegetariano”, explica la cara visible de Roll´in Luí.
Para los que disfrutan de los bodegones bien auténticos, el Club Fenix sigue ofreciendo comidas caseras en un ambiente donde no faltan los sifones ni los pingüinos para el vino. La cantina Rondinella es uno de los clásicos del barrio. Platos abundantes y sabor como en casa, hacen de este lugar un sitio donde hay que llegar con tiempo porque siempre está lleno. En sus mesas, suelen verse a los integrantes de la banda pop Miranda, a la actriz Ana María Cores o a los periodistas Andy Kusnetzoff y Daniel Tognetti.
A la vuelta, la parrilla Segundo ofrece un ambiente más elegante y platos internacionales. Casi en el límite, sobre la avenida Dorrego, la heladería Occo aporta vanguardia en sus creaciones artesanales con sabores que pueden incluir desde el jengibre hasta un chocolate con pimienta solo apto para audaces.
Una de las tendencias más aceptadas por los vecinos son los restó a puertas cerradas. Kalos Aeras, especializado en platos griegos, es uno de los más frecuentado bajo esta modalidad que requiere reserva previa para muy pocos comensales por noche.
A telón abierto
Al legendario teatro Regio, sobre la avenida Córdoba, donde alguna vez cantara el mismísimo Carlos Gardel, se le suman el Gargantúa, una suerte de refugio del actor Carlos Belloso, Santos 4040 y El Galpón de Guevara, espacios con una programación que expone a los nuevos referentes de la escena. Para los más chicos, La Nube es un recreo ideal. Se trata de una biblioteca especializada con actividades lúdicas y culturales.
Las razones del cambio
Chacarita es un barrio de ubicación privilegiada. Cuenta con redes de transporte público que permiten acceder a otras zonas de la ciudad en pocos minutos. La línea B de Subte, los ferrocarriles San Martín y Urquiza, y un importante número de líneas de colectivos posibilitan el nexo rápido con el resto de la ciudad. Geográficamente es cercano a accesos importantes como el eje Alvarez Thomas-Acceso Norte, Balbín-Triunvirato o la Av. Corrientes que desemboca en el Microcentro. Para los que utilizan colectivos, un centro de transferencia con paradas similares a las del Metrobús está por inaugurarse frente a la Estación Federico Lacroze. Y, lo más importante, aún es posible llegar en auto y encontrar lugar para estacionar en la calle. ¡Una rareza en el Buenos Aires de hoy!
Desde ya, circular en bicicleta por estas calles apacibles es un verdadero placer. Su cercanía con Belgrano, Las Cañitas y Palermo, zonas colapsadas si las hay, convierten a este sector en una suerte de extensión de aquellos barrios, pero con un ritmo diferente.“Nos vinimos a vivir acá porque encontramos una casa con jardín y terraza, árboles en la vereda y muchos lugarcitos para ir a cenar con mi pareja. Nos encanta salir de noche y acá tenemos todo cerca”, dice Lourdes, una joven de 32 años, diseñadora gráfica, que optó por un ph sobre la calle Guevara.
Como ella, son cientos los nuevos vecinos que llegan a la zona para instalarse. Matrimonios con chicos en edad escolar y parejas jóvenes eligen el barrio sin dudarlo. Las “profesiones cool” están a la orden del día: escritores, actores, artistas plásticos, diseñadores, arquitectos, paisajistas, decoradores y periodistas, por citar solo algunos rubros, van poblando las antiguas casas que hoy lucen recicladas con sus frentes “tooneados”.”Con mi marido nos mudamos hace dos años y estamos encantados. Es un barrio silencioso, pero a la vez tiene su propia movida. Si queremos más ruido, nos vamos a Palermo caminando”, explica Mario, un joven escritor de 26 años mientras pasea a su perro por una soleada Concepción Arenal.
Orígenes y futuro
El nombre del barrio es de raíz quechua. En su demarcación inicial, se trataba de 2700 hectáreas pertenecientes a los jesuitas que eran utilizadas como refugio de oración. A fines del siglo XlX, el predio, en parte, era utilizado para la recreación de los alumnos del Colegio Nacional de Buenos Aires, de ahí su original denominación como “La Chacrita de los Colegiales“. Con los años, la zona lindante al cementerio (el más grande dentro de una urbe en Latinoamérica) se denominó Chacarita y de Álvarez Thomas para el río, se fundó un nuevo barrio: Colegiales.
Hoy, Chacarita alterna los edificios con amenities y lugares tradicionales como la vieja terminal de la línea 39 (donde Carlos Salim Balaá abordaba los ómnibus para deleitar a los pasajeros con su humor siendo aún un vecino desconocido que vivía sobre la calle Maure y soñaba con convertirse en Carlitos Balá). Librerías con cava y clubes con bodegones para comer. Actores de telenovela y jubilados jugando a las cartas en las veredas. Bares abiertos hasta la madrugada y meditación en el Centro Budista Camino del Diamante.
Biblia y calefón. Todo convive en el nuevo Chacarita, un barrio que contradice al cercano camposanto y se muestra más vivo que nunca. NR
Fuente: La Nación
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