Turismo
Cada vez más porteños ofrecen sus casas para los turistas
Sin lockers andrajosos, baños súper compartidos ni fiestas a la hora de dormir (a no ser que lo prefieras). A la hora de viajar, esas opciones están incluidas en el precio de un hostel común y corriente. Sin embargo, hace unos años que aquellos que prefieren mayor intimidad o relacionarse con la cultura pura y cruda de los lugares que visitan eligen un sistema de alquiler de casas o habitaciones que, además, resulta mucho más rentable que las formas tradicionales de alojamiento. Existen en el mundo un millón de viviendas ofrecidas a través del sitio web Airbnb y en Buenos Aires hay 5900 propiedades registradas.
Airbnb ofrece alojamiento para las personas dentro de un mercado comunitario de confianza donde la gente puede añadir, descubrir y reservar alojamientos únicos en todo el mundo. Incluso, ofrece la oportunidad de alojarse en una casa en el árbol, otra con forma de caracol en México o un fuselaje de avión. Los precios son variables y dependen de la vivienda. Algunos ejemplos comprobados por este periodista: una habitación en el centro de Praga compartida con otras siete camas por 11 euros la noche; una habitación privada en Barcelona, 25 euros; una casa privada y restaurada en una fábrica abandonada en Berlín, 35 euros.
Jordi Torres Mallol, gerente general para América Latina de la firma, afirmó que la primera ventaja “es el precio, pero luego descubres que el dinero es la superficie y puedes conectar con el entorno local. Puedes elegir distintos tipos de viajes como reservar un espacio entero y también encuentras una parte personal no tan neutra como en un hostel.” Y contó: “hay un sociólogo que definió los hoteles como lugares que carecen de espíritus. El hecho de que te hospedes en la casa de una familia hace que lo hagas en un espacio de hogar y está en la mano del viajero ser partícipe o no de esa conexión”.
Parte importante de la expansión y éxito de Airbnb recae en la innovación y adaptación tecnológica de la plataforma en múltiples sistemas operativos como iOS y Android, así como en la interacción que Airbnb ofrece a través de Facebook para validar los datos de las personas y asegurar la identidad de sus miembros, al mismo tiempo que se genera una comunidad de usuarios alrededor del mundo. Airbnb cuenta con más de 40 medidas de seguridad, entre ellas se destacan la verificación de documentos online, las reseñas o evaluaciones para el anfitrión o el viajero después de cada viaje de los miembros de Airbnb, y las reservas a través de la plataforma que aseguran que no haya ningún riesgo en el pago entre el anfitrión y el viajero.
Concepto: El sitio forma parte de un nuevo concepto de socialización: el consumo colaborativo. Una experiencia que también se muestra con fuerza en los sistemas para compartir vehículos, realizar compras comunitarias o tomar clases académicas y que consiste en reinventar el concepto de consumo grupal a partir de las nuevas tecnologías. En la Argentina, estas modalidades permanecen reprimidas bajo la exagerada proclama de la inseguridad, la sobrevaloración de la propiedad privada y una filosofía individualista que en otras regiones del mundo resulta demodé.
“Lo que es mío es tuyo y, en clave más formal, es priorizar el acceso más allá de la propiedad”, definió Jordi. “Hay una autora estadounidense que dice que la vida útil de un taladro es de entre 15 y 20 minutos en promedio. El rendimiento de las cosas se puede repartir de manera más rentable y de la mano de las nuevas tecnologías esto se puede extender a nivel global.”
Airbnb fue fundada en agosto de 2008 y está basada en San Francisco, California. Consultado acerca del relativo éxito de la plataforma en América Latina, respondió que “es un tema de foco, Airbnb es una empresa americana y el mercado americano fue el primero al que apuntamos; por motivos estratégicos se siguió con Europa y América Latina y Asia son los principales focos de expansión.” Y opinó que “hay prejuicios en cuanto a la confianza pero hay muchos argentinos que comenzaron a usar el servicio incluso antes de que salgamos a promocionarlo. La respuesta satisfactoria que obtuvimos no sólo de Argentina sino de América Latina nos hace pensar que sois personas muy ávidas en conocerse”.
Las cifras le dan la razón: en 2014 la plataforma consiguió un crecimiento mayor al 50% respecto del año anterior. En la actualidad, en la Argentina hay más de 7800 propiedades registradas (5900 son en Buenos Aires). Asimismo, 65 mil fueron los turistas que se alojaron en la Argentina a través de Airbnb durante el 2014, lo que significó un crecimiento de más del doble respecto al año anterior. Buenos Aires, Córdoba y Bariloche fueron las ciudades con más alojamientos disponibles en la plataforma, y Estados Unidos, Brasil y Francia son los destinos más elegidos por los argentinos para visitar a través de esta opción. Ese crecimiento también manifestó otra ventaja de utilizar estos sistemas, dado que muchas familias o personas solas a las que la casa les quedó grande, hoy pueden incrementar sus ingresos con sólo abrir su puerta a los viajeros.
Comunitaria
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Por los barrios
En la sección Argentina, el sitio tiene una descripción de diversos barrios de la ciudad. De Balvanera destacan sus “contrastes”; de Barracas, “arte en la industria”; Coghlan es “singularmente tranquilo”; Caballito, “el rincón filosófico de la ciudad”; Chacarita tiene “cafés de esquina y un cementerio histórico”, Villa Crespo es “modestamente urbano”, y San Cristóbal, “poco pretencioso, poco caro y poco explorado”.
“Para una convivencia amena es central tener intereses comunes”
Juan vive en Buenos Aires y es de los primeros que se animó a compartir parte de su casa. “Mi pareja descubrió Airbnb cuando estudiaba en París y se tomó unos días de descanso en España –explica a Tiempo– Me contó que la experiencia fue muy buena: es posible alojarse a un precio accesible y su anfitriona fue muy cordial. Además, como estaba sola, poder compartir momentos y charlas con alguien fue muy gratificante.”
De regreso en Buenos Aires, decidieron acondicionar las habitaciones no ocupadas de su casa para alojar a estudiantes extranjeros. “La motivación original fue más bien económica: los gastos fijos aumentaron y nuestros ingresos como docentes quedaban un tanto apretados.”
Juan cuenta que conocen gente de todo el mundo. “La que más nos sorprendió con su amabilidad fue una señora holandesa, jubilada, que vino a Buenos Aires por un mes y se alojó 15 días con nosotros. Fue maravillosamente cordial. Y acabamos entablando una amistad: intercambiamos mails de tanto en tanto, y planeamos visitarla este año cuando viajemos a estudiar por unos meses a Europa”.
Dice que la relación con su propia casa cambió luego de ofrecerla en Airbnb. “Tratamos de que esté todo en buen estado, para no ser descorteses con los huéspedes, y en ese sentido implica cierto ‘trabajo’ en casa que quizás antes podíamos aplazar. Sin embargo, nos gusta recibir gente, así que tampoco sentimos que sea un esfuerzo. Pero también nos hemos puesto un poco más selectivos en la aceptación de las reservas, porque la experiencia de compartir el hogar es bastante profunda. Así como hemos tenido experiencias maravillosas, también con otros huéspedes nos hemos sentido algo incómodos. Lo central es que haya ciertos intereses comunes sobre los que poder cimentar una convivencia amena: por ejemplo, ya no aceptamos gente que venga en plan de salir todas las noches de fiesta, porque es disruptivo para nuestro estilo de vida actual. Para eso quizás sea mejor un hostel. La diferencia es que aquí compartimos algo más íntimo desde el vamos: el hogar.”
Fuente: Tiempo Argentino
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